jueves, 2 de agosto de 2012

LA ALEGRÍA DE NO ESTAR


       La primera frase de Las desventuras del joven Werther, la novela de Goethe que tanta conmoción produjo en la juventud de la época, −Wie froh bin ich, daß ich weg bin!−, ha sugerido versiones muy distintas a los traductores. Es una frase sencilla, que gravita sobre la palabra weg: ausente, lejos. Werther se siente feliz lejos de Carlota, y lo expresa así en una carta dirigida a un amigo. El Werther es la primera novela moderna, y desde luego el modelo de novela epistolar.

      ¡Cuánto me alegro de haber (o haberme) marchado! es la traducción más frecuente. Pero ha habido otras muchas desde la primera vez que se vertió la novela al castellano en una traducción anónima publicada en Valencia en 1819.

       ¡Qué alegría haber partido!, tradujo el liberal exiliado don José Mor de Fuentes en 1835.

       ¡Qué gozo siento de no estar!, dice la traducción juvenil que Fernando de los Ríos publicó con el seudónimo de F. del Río a principios del siglo siguiente.

       ¡Qué alegría verme lejos de allí!, tradujo Cansinos Assens.

       ¡Qué feliz soy de no estar ahí!, ha traducido en nuestros días Manuel Jesús González.

       ¡Qué feliz me hallo con mi ausencia!, dice una pintoresca traducción anónima del siglo XIX.

       Digo todo esto porque sigo aquí en Madrid durante agosto, y aunque es verdad que lamento no estar donde quisiera, siento una inmensa alegría de no estar donde no quisiera: no estar en Londres durante las olimpiadas, no estar en el circuito de Abu Dhabi viendo las carreras de Fómula 1, no estar en esos festivales de música que anuncian los periódicos con imágenes sobrecogedoras de multitudes vociferantes y nombres disuasorios: Aúpa Lumbreiras, Derrame Rock, Mancha Pop, Mundo Idiota…
  
       Cada vez que me acuerdo de alguno de esos lugares siento un íntimo regocijo, y entonces sobrellevo los calores de Madrid, no ya con resignación, sino con sincero entusiasmo. ¡Qué alegría verme lejos de allí! ¡Qué feliz me hallo con mi ausencia!

Primera página del Werther, en la primera edición, del año 1774

2 comentarios:

  1. En mis años de trabajo en Madrid nunca cogí vacaciones en agosto. Aún con sus calores se convierte por primera vez en el año en una ciudad cómoda, sin grandes atascos ni agobios, donde los visitantes llegan de todos los rincones del planeta dispuestos a empaparse de la belleza y la cultura que desprende la capital del reino y sus alrededores, Toledo por ejemplo.
    Acabo de estar unos días en Madrid, sensacional la exposición "Grandes encuadernaciones en las Bibliotecas Reales (S.XV - S.XXI)", deslumbrante la de "Hopper" y en lo que a "El último Rafael" se refiere, como si le faltara algo... Mencionando los lugares que cita: ¿quién no se queda aguantando los calores de Madrid?

    Un cordial saludo,
    Juan Pablo

    ResponderEliminar
  2. "¡Qué contento estoy, de haberme ido!" Yo hubiera traducido así la frase ya que transmite los elementos rompedores de la novela nada más empezar: sencillez, inmediatez y subjetividad. ¡Y qué ENVIDIA esa primera edición! Un verdadero tesoro. Estoy lejos de mi modesto ejemplar, pero siempre llevo conmigo la frase: "Sie ist mir alles und ohne sie wird mir alles zu nichts!"
    Muchas gracias por las preciosas reflexiones y un recuerdo de
    Carla

    ResponderEliminar