jueves, 18 de octubre de 2012

SANGRE DE LA LETRA


       El delincuente pone los medios adecuados para cometer el delito, pero el delito fracasa. Pone todo su ánimo y toda su voluntad, pero los medios fallan. No hay delito. De esto –de las tentativas inidóneas, como las llama el derecho penal− trata este libro, y por eso me sorprende que al autor, que es jurista, no se le haya ocurrido ese título que habría sido más preciso, y recurra a otro que incurre en una hipérbole innecesaria: Sangre de la letra. Porque sangre, lo que se dice sangre, no aparece en ninguna de sus ciento noventa y cuatro páginas. Ni una gota.

       Sí, de tentativas inidóneas trata esta obra: pero no de las tentativas de un delincuente, sino de las tentativas un escritor. Esta es una obra autobiográfica. El autor, a lo largo de su vida, ha puesto los medios, el ánimo, la voluntad, pero sus libros han fallado. Una y otra vez. Esta obra es una colección de fracasos. Este un libro de libros, pero de libros frustrados. Si este crítico cayera en la tentación de la simetría −esa simetría interior que es la mise en abyme−, diría que este es un libro fracasado sobre libros fracasados. Pero no quiere caer en esa tentación, que sería doble: no sólo de simetría, sino también de injusticia.

       Los lectores tienen una idea equivocada de los escritores. Piensan que cada libro que abordan llega a puerto, y que cada navegación que emprenden mantiene el rumbo fijo. No es así. En el camino van quedando muchos intentos, muchos borradores que a pesar de la ilusión y del esfuerzo que se ha puesto en ellos, no llegan a tener vida. Sangre de la letra es una metáfora de ese sufrimiento. El autor va repasando, uno tras otro, sus libros que murieron sin llegar a ser libros. Es una lástima que este tipo de testimonios no sea habitual. Con ellos se podría hacer una contrahistoria de la literatura. En los colegios podrían estudiar dos manuales paralelos, con los mismos autores, pero con distintas obras: las vivas en uno y las muertas en otro. Porque las muertas no son menos reveladoras de la sensibilidad de un escritor que sus obras vivas.

       Se podría decir que en Sangre de la letra, los libros frustrados se salvan un poco de la nada. Porque llegamos a conocer el argumento de cada uno de ellos, los personajes que iban tejiendo la trama y el desenlace de sus peripecias, y adivinamos incluso el tono que cada libro habría tenido. Sangre de la letra se puede leer como un libro de relatos. De relatos contados desde la frustración del autor, que enumera las ilusiones perdidas. Por eso sabemos desde el principio que todos los relatos terminan mal.

       No sé si el lector se acuerda del último de Los encuentros de Vicente Aleixandre. La lectura de Sangre de la letra me ha hecho recordarlo. Un soldado va a visitar al poeta. Para entender bien ese encuentro hay que recordar a aquellos soldados de reemplazo que hemos llegado a conocer: muchachos de pueblo, gañanes o pastores, que habían vivido su niñez y su adolescencia en las montañas, y que eran llamados a filas porque a su quinta le había llegado la hora. Transformados en militares, conservaban bajo la guerrera –siempre arrugada− la insobornable esencia montaraz. Ese soldadito tenía curiosidad por conocer al poeta. Un poeta tenía que ser una catarata de versos impecables. Cuando el poeta le dice que no, que a todo escritor le cuesta escribir, que muchos versos fallan y que hay que romper infinitos manuscritos, el soldado se decepciona. Y se marcha enfadado, irritado por la desilusión de que el gran poeta no sea un dios, sino un hombre como los demás, que no alza su obra con un simple fiat, sino con una doliente sucesión de tentativas y de borradores.

       [Reseña de J.J.M, en IN FIERI, Fieras…, otoño de 2012]


3 comentarios:

  1. estimado señor Pau, me gustaría ponerme en contacto con usted, le podría escribir a alguna dirección?
    gracias

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  2. Estimado Antonio, entregado por completo al trabajo y al estudio del Derecho (4º licenciatura UNED), será un placer hacer un paréntesis para "leer" la sangre que sale de su letra...

    Un cordial saludo,
    Juan Pablo

    P.D.: ¿Leyó el estudio que le envié del Sr. Lozano? Espero que le aportara nuevos datos de interés...

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