Tengo frente a mí, al fondo de este cuarto donde escribo, un
espejo, pero ese espejo no me refleja a mí, sino a Sofía Morales. Es un espejo
pintado: es un cuadro suyo. La pintora se ha pintado a sí misma a igual distancia
del espejo de la que estoy yo del cuadro, de manera que yo me vería reflejado
en el espejo –si el espejo fuera un espejo y no un cuadro− como ella lo está en
el cuadro, es decir, del mismo tamaño, y también con la misma luz, porque en el
cuarto y en el cuadro entra la luz por el mismo sitio, un gran ventanal que
está a la izquierda.
Aunque hace años que tengo delante de mí ese cuadro a veces
me sorprende, de pronto, que no sea un espejo. Y me sorprende por ese membrillo
que hay abajo, que es el único elemento del cuadro que no está en el cuarto. Hay,
en el cuadro y en el cuarto, un ventanal, un visillo blanco y una mesita de
madera oscura, pero en el cuarto no hay membrillo. Y me sorprende, porque tiendo
a creer que lo que tengo delante no es un cuadro, sino un espejo, aunque quien
aparece reflejado en el espejo no soy yo, sino que es Sofía Morales. Y miro al
instante la mesita de madera oscura que hay delante del cuadro y veo que no,
que en mi cuarto no está ese membrillo que sin embargo está delante del espejo,
en el cuadro.
Podría poner, como lo puso Sofía Morales delante del espejo,
un membrillo delante del cuadro, sobre la misma mesita de madera oscura. Pero
entonces no me sorprendería la ausencia del membrillo, que es lo que hace que me
dé cuenta, de pronto, que lo que tengo delante de mí en mi cuarto no es un
espejo, sino un cuadro.
Cuando uno se mira al espejo, no sé ve uno como es, sino
como cree ser. Quizá por eso, cuando veo a Sofía Morales, creo saber cómo es,
que no es, probablemente, como era, y a veces, tomando el cuadro por espejo, creo
que soy yo mismo, que probablemente no sea como creo que soy. Pero ya he dicho
el otro día que me gustaría ser Sofía Morales, ser como ella era, pintar como
ella escribe, escribir como ella pinta, lo que no quiere decir, en absoluto,
que me guste ser como soy cuando creo que soy ella, aunque eso no lo sé, porque
uno cree siempre saber cómo es, sin saberlo, realmente.
Ya digo: toda esta confusión me hace creer a veces que soy
ella. Y entonces escribo mejor.
Sofía Morales, Autorretrato, 1984
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