Puedo redactar
esta nota gracias a la amabilidad y la paciencia del gabinete de prensa y relaciones públicas
del Hotel Palace. Al lector le parecerán minucias lo que se cuenta a
continuación, y como lo son, le pido disculpas; convivir durante años con alguien
–aunque sea un poeta muerto– hace que surjan y crezcan los sentimientos, y por
eso conocer pequeños detalles nuevos de su vida se considera un gran hallazgo. Rilke,
que había salido la víspera de Ronda,
llegó al hotel Palace la mañana del día 18 de febrero de 1913, y se alojó en él
hasta la tarde del día 24; esto es algo que,
aunque con alguna imprecisión, se sabía, porque el poeta dejó a través de sus
cartas un testimonio bastante detallado de su vida. Ahora, algunas pequeñas
cosas permiten conocer mejor su estancia en Madrid. Cuando se identificó a su
llegada al hotel lo hizo como Rainer Rilke y señaló como lugar de residencia
Praga. ¿Por qué Praga, que había abandonado definitivamente en 1896, y no
París, que era donde vivía desde 1902? En la página del registro de huéspedes
del hotel correspondiente al día 18 de febrero, Rilke figura como el octavo viajero que llegó a lo largo
de la jornada. Le dieron la habitación 353. A lo largo de todo un siglo, la
numeración de las habitaciones ha cambiado varias veces, pero esa habitación
353 es de las pocas que ha mantenido el número originario. Está en el tercer
piso, y las ventanas dan a la calle de Cervantes. Lo que se ve desde esas
ventanas es un costado de la iglesia de Jesús de Medinaceli. Al dejar el hotel
el día 24 de febrero pagó doce pesetas y cincuenta céntimos. Allí mismo cogió
un taxi que le llevó a la Estación del Norte, donde tomó un tren hacia Irún. Y
esto es todo. Es verdad que poca cosa. Pero al menos el autor de estas líneas, y
quizá algún lector de ellas, cuando pasee por esas calles de Madrid, sentirá un
poco más de emoción que antes.
Hoja del registro de entrada del Hotel Palace correspondiente al martes 18 de febrero de 1913 |
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