jueves, 23 de febrero de 2012

LA PALOMA


Esta pequeña paloma me viene acompañando desde hace años, enmarcada e inmóvil sobre la pared, con ese vuelo sereno en que parece ir recogiendo en su plumaje todo lo que sobrevuela. Ahora, al mirar el reverso del aguafuerte, he visto que el título no es la huída de las imágenes, como creía, sino el vuelo de las imágenes. La semejanza de las palabras alemanas Flucht y Flug es lo que me ha confundido. La autora, Diana Stoilova, es una pintora búlgara que vive en Viena, donde da clase de grabado.

Huyan o vuelen, las imágenes se van, arrastradas por la paloma. Y es buena cosa que las imágenes, al menos de cuando en cuando, se vayan. Hace unas décadas –no muchas–, el hombre sólo veía lo que estaba a su alrededor: esa limitada porción de mundo que podía abarcar con la mirada. Salía al campo y veía el paisaje. Salía a la ciudad y veía el barrio. En poco tiempo las cosas han cambiado: las imágenes que le llegan al hombre a lo largo del día –por televisión, por internet, por los periódicos– han superado infinitamente la visión real del entorno –o la visión del entorno real–. Junto a las escenas tranquilas, casi inmóviles, que vemos a través de las ventanas, una multitud de imágenes remotas llega a nosotros en tropel, atropellándose, superponiéndose, y es una multitud que llega avasallando, arrasando la intimidad. Y lo curioso es que apenas nos damos cuenta, tan acostumbrados como estamos.

Cuantas veces, al volver de un largo día de campo, tenemos la plácida sensación de no haber visto más que lo que hemos visto, es decir, lo que hemos tenido ante los ojos. Unas montañas, un camino, un río, unos árboles, unas rocas, un trozo de cielo azul. Volvemos con la cabeza serena y limpia. La vorágine de imágenes lejanas que día tras día nos arrolla –desde una estampida de bisontes en el Serengueti hasta los frentes de Somalia o los monzones de China–, este día al menos no nos ha alcanzado.  

Esta pequeña paloma parda es también, con su vuelo sosegado y su carga de imágenes, un símbolo de paz, de paz interior.

       Diana Stoilova, Der Flug der Bilder

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